Crítica de Drácula: La leyenda jamás contada
Esta es la enésima adaptación del personaje de Drácula y por desgracia, esta vez tampoco se le hace justicia. Después de unos años con historias al rededor de su universo que bien nos resultaron indiferentes, parece que desde Drácula de 1992, el personaje no ha levantado cabeza en el mundo del cine y si bien hemos sufrido en los últimos años una hecatombe en lo que a vampiros se refiere, Drácula ha seguido en segundo plano sin hacer mucho ruido. Y visto lo visto, hubiera sido mejor que siguiera así.
Nos encontramos con una cinta donde se nos cuenta la historia de Vlad el Empalador y como este consiguió convertirse en el famoso Drácula. Si bien la historia y su mitología, son aceptables y tienen un pase, el guión de la cinta se contradice con cada toma, consiguiendo que los personajes anden de un sitio para otro sin una justificación de peso. Y es que las situaciones contradictorias están a la orden del día y donde dijo digo, digo Diego y volvemos a repetir. Parece que la lógica brilla por su ausencia y si bien Vblad comienza con una intenciones bastante nobles, las situaciones del guión harán que haga precisamente eso que al comienzo de la cinta jura y perjura que nunca hará. No solamente esto es absurdo, si no que además, con una visión en los primeros minutos nos desvelan todo el final de la misma y el guión pierde absolutamente toda la gracia e interés provocándoos algún que otro bostezo.

Es cierto que la cinta podría haber dado mucho juego, ya que nos muestra a una especie de Drácula convertido en un superhéroe (jo, voy a conseguir poderes para salvar a la chica/pueblo) y tiene alguna que otra escena bastante espectacular, así como un gran trabajo de vestuario y maquillaje (muy estilo Juego de Tronos, por cierto), pero el conjunto general de la misma hace aguas y es una película que cabalga entre la indiferencia y el aburrimiento durante todo su metraje. Y claro, como guinda a este pastel tenemos su intento de ‘sorpresa’ final que deja la trama abierta a un segunda parte, pero que llegados a ese punto, no hace másque confirmar lo absurdo del guión y la nula justificación de sus situaciones.
Drácula: La leyenda jamás contada es un quiero y no puedo. Es un intento de convertir al personaje en un superhéroe para hacer caja, pero está a años luz de aquellos en los que se fija. Es una de esas cintas para ver un domingo de sobremesa, en el tiempo que te sientas en el sofá y te quedas dormido. Poco más tiene para aportar.