Britney Spears: La crónica de una muerte anunciada
Había algo en esa chica que desde el minuto cero me llamó la atención por encima de todas las demás. Cuando se subía al escenario brillaba con luz propia. Sus movimientos, su cara, su actitud y su fuerza hacían que te diera igual si cantaba mejor o peor, simplemente, te quedabas embobado mirándola y viendo como poco a poco todo el atrezo, incluido bailarines, desaparecía del escenario, para quedar solo ella.
Era una artista que llenaba el escenario por sí sola, no hacía falta más, aunque lo tuviera. Esa era Britney Spears en sus primeros años de carrera, desde Baby One More Time (1998), hasta In the Zone (2003), todo eran alegrías. La venida de un nuevo album con su respectiva promo y la ristra de videoclips hacia que todo el fenómeno fan se pusiera en marcha de nuevo.
La actuación de Britney, Madonna y Chrstina donde nadie se acuerda de que Christina porque prefirieron grabar la reacción de exnovio, Im Slave 4 U con una pitón blanca, el breakdance de Stronger en los AMA (minuto 1:47), toda esta actuación de Toxic, haciendo un featuring Madonna, y mejorándolo sin ella, y así muchos ejemplos más. Ella era una showoman como pocas en aquel momento y daba igual si cantaba o no en directo, sus performances te dejaban pegado a la silla. Además, en un contexto donde todavía no existian Beyonce, Rihanna, Lady Gaga o Katy Perry, a las que por cierto y muy posiblemente, les abrió la puerta. Incluso Madonna estaba de capa caida con us American Life.
Y ahí estaba yo, allá por los 2000, haciendo mis primeros pinitos en el mundo web con un fansite de Britney llamado VivaBritney.com (muy cañí todo) y conociendo a fans de toda España. Ya no solo se trataba de disfrutar de ella encima de un escenario, si no de disfrutar con la gente. Britney había servido de excusa para crear un grupo de amigos que perdura a día de hoy, casi 20 años después. No solo amigos, si no ciudades. Tres veces ha sido las que he podido verla en directo: Rock In Rio (Lisboa 2004), Circus Tour (Londres 2009) y Femme Fatale Tour (Lisboa 2011).
Pero a partir de 2004 algo cambio. Hubo un punto de inflexión en la carrera de Britney cuando grababa su videoclip Outrageous, que iba a ser la BSO de la fallida Catwoman. Durante el rodaje Britney tuvo un problema con su rodilla, teniendo que cancelar el rodaje y la promo del single ipso facto, y tomándose un tiempo sabático en mitad de la promoción del álbum. Acto seguido todos sus planes y su vida, cambiaron. Empezó su Blackout particular, se rapo la cabeza, tuvo dos churumbeles, etc, etc. Mucho creímos que ese era el final de Britney, pero no, volvió con Circus, y volvió a lo grande. Cierto que en la época de Circus, la notábamos insegura en el escenario, pero entendíamos que después de tantísimo drama en su vida, era una suerte que se hubiera recuperado y estuviera de nuevo haciendo música, bailando y llenando escenarios. Casi que estábamos agradecidos.
Los fans empezamos a conformarnos con momentos de lucidez encima del escenario, con ‘atisbos’ de la antigua Britney: comenzaron los paseos, las manos en el aire y los espasmos. Las coreos que antes eran limpias, ahora se habían convertido en inseguridad, en pensar que paso iba detrás de otro y algo completamente descafeinado, sin sustancia, y sin fuerza. Los documentales nos vendían una y otra vez su comeback cada x meses, el ‘ahora si es la Britney de 2001’, pero eso momento nunca llegaba. Fue con el anuncio de su estancia en las vegas cuando una vez volvimos a confiar en ella, pensando ‘le servirá, seguro que estando en el mismo escenario, tranquila y sin tours, coge confianza y volvemos a ver la Britney de antaño’. Y si, hubo momento en que parecía que lo habíamos conseguido, que volvía la Britney de 2001, pero solo eran espejismos. Lo único que teníamos era momentos.
Entre tanto, no solo por la edad, si no también por la propia Britney, mi ‘fenómeno fan’ iba decreciendo. Con cada actuación, con cada paseo y con cada movimiento absurdo y sin ganas encima de un escenario, Britney consiguió convertirse en algo completamente indiferente, que ya no daba ningún tipo de alegría. Lo único que se veía era una figura decrépita de lo que anteriormente había sido, y que había roto con todo lo bueno que tenía: Si no haces grandes shows, ni bailes y encima de voz vas cortita, ¿Qué que te queda? Antes, como fans, tenías argumentos muy sólidos para defenderla. Hoy en día ya no existe ninguno.
Ahora, casi 13 años y gracias al documental "Farming Britney Spears" se destapan los abusos sobre su persona. Muchos de los detalles que hacían ver en aquella época que había muchísimo más de lo que la gente creía, se están desvelando: La manipulación de los medios, el constante guionizado machista hacia Britney por ser una mujer, madre y soltera, la provocación de situaciones por parte de los papparazzis, la anulación por completo de su valor como artista, las burlas en TV... Incluso el machismo normalizado de Justin diciendo que se la había follado a los cuatro vientos. Algo que a sus compañeros de profesión, hombres, no les ocurría.
Una vorágine que destrozaron a una artista y que ensombrecieron todos sus méritos. Y si, Britney era la voz cantante: los videos, los singles, el dueto con Madonna, los tours, el video que la lanzó al estrellato... toda la parte creativa de su carrera es mérito suyo. Era "la jefa". Por mucho que cueste creerlo, Britney Spears tiene talento.
Ahora que con el tiempo se ha demostrado que no era una mala madre, que controlaba su carrera, que muchas de las situaciones con los papparazzis eran provocadas por ellos mismos o que no se subia borracha o drogada a un escenario, ahora si, toca pedirle perdón. Ahora que, por primera vez en años el mundo ha escuchado su versión, las revistas e incluso los artistas que en su día la machacaron con crueldad se suben al carro del #WeareSorryBritney. Hoy se entiende que un problema mental o una depresión, no son motivo de burla.
Por encima del artista está la persona, y esa persona hoy en día necesita la libertad para retirarse del medio publico, volver a los escenarios o hacer lo que realmente le de la gana, porque se lo ha ganado y ha pagado muy caro el entretenernos durante todos estos años. Así que si, es tiempo de que el mundo del entretenimiento le pida perdón a Britney y de que el resto de los mortales le regalemos su libertad real.
En España siempre se ha tenido la manía de menospreciar a todas aquellas artistas femeninas que han hecho show. Creía que con el tiempo la gente habría entendido que es tan valida una artista solo con un micrófono, como una que tenga toda la parafernalia. Pero no.
Resulta que existen mujeres de primera y mujeres de segunda. Las mujeres de primera son aquellas que están dentro de la norma, artistas que se dejan la voz en el escenario. Su show se centra en su voz y es así como lo defienden, nada más.
Las mujeres de segunda son las tipo Britney: aquellas que cambian 4 veces de vestuario, cantan y bailan a la vez con coreografía imposible, suben, bajan, hacen acrobacias encima de un escenario y en general dan un show espectacular.
A esta mujeres de segunda no se las permite enseñar carne, aunque ellas quieran sentirse divas y sexys encima de un escenario, no se las permite el espectáculo porque se presupone que "como no cantan, tienen que hacer todo lo demas" y no se le permite la libertad creativa de hacer una coreografía que parta el suelo del escenario con tacones porque "es una mamarrachá." Pero a la vez, por otro lado, tenemos la inmensa hipocresía de exgierselo a las mujeres, pero no a los hombres.
Pues mira no, los mamarrachos/a sois los que no habéis entendido en 2023 que un artista es igual de valida siendo el estereotipo de Pastora Soler que de Chanel. Que cada una tiene su sitio y su contexto y no son incompatibles entre si. Que la música es eso y mucho más.
Es agotador ver como supuestas/os feminista critican a una mujer por como va vestida o por como se mueve encima de un escenario cuando es ella misma quien lo ha elegido dentro de su libertad, y sobre todo, ignorando que detrás existe una personas, con sus altibajos y problemas mentales.
#freebritney